Me emperejilé en que ella me amase, en que sólo ella
conseguiría que dejase de sentirme como un testel. Y lo peté, fui su hombre y ella mi mujer; sin embargo,
desde el primer momento, vimos que nuestro matrimonio necesitaba una ñapa, bien poca cosa, quizás otro hombre y otra
mujer. Una vez que fuimos cuatro, sólo para evitar que los abogados se forrasen
con el pifostio en que vivíamos, todos asumimos y nos
dimos permiso y libertad para crecer. Ocho, dieciséis, veintitrés,…; un carajal, un batiburrillo y bien poca cosa.
Ayer me crucé con mi mujer en un
pasillo, hacía mucho que no la veía y la encontré tan cansada como yo, tan
serena como nunca. Hemos decidido dejar de comportarnos como chiguitos e irnos a vivir juntos, solos en una
casa de chichinabo que, miaja a miaja, iremos haciendo nuestra.
Extraordinario, Luisa. Es un placer leer estos textos hilvanados con la dificultad añadida del palabro en desuso. Realmente distinto.
ResponderEliminarAbrazos admirados
Palabras que crecen y destacan en un relato con mucha miga sobre la convivencia.
ResponderEliminarAbrazos una miaja frsquitos.
Muy bueno... parte de un ensayo?
ResponderEliminarNo solo me refiero a las palabras resaltadas ;)
Abrazos
La verdad es que, escribir intentando usar determinadas palabras, es un juego (la mayor parte de las veces, jajaja)
ResponderEliminarGracias, por los comentarios; me alegro de que, con todo, parece que hayáis entendido algo (puf, menos mal)
entretenido e ilustrativo con tantas palabras de poco uso
ResponderEliminarsaludos
HOla!
ResponderEliminarha sido divertido visitarte y leer este micro de palabras extrañas. me he reído. todavía las estoy apuntando.
Saludos.
Josef de moderato_Dos.
Buenísimo te quedo el micro Luisa con los últimos palabros subidos. Dos es compañía, tres es multitud, veintitrés, ni te digo! Me encanta eso de cruzarse en un pasillo. Un toquecito sutil... Abrazo va!
ResponderEliminarQué bueno Luisa, me encantan tus micros de palabros.
ResponderEliminarBesos desde el aire