Sólo ellos las vieron: aquellas tres letras pidiendo
socorro, escritas con sangre en la acera, junto a la ventana rota de un sótano
inmundo. Las borraron orinándose sobre ellas, entre risas; sin embargo no
lograrían eliminarlas definitivamente, las letras siguieron allí, dentro de su
cabeza, junto al doloroso recuerdo de no haber hecho nada, de quizás no haber
hecho nada nunca.
Hoy, años después, las noticias disparan directo a su
memoria, las letras vuelven, están otra vez ahí, dolorosamente vivas, escritas
una vez más por alguna de las personas encerradas en aquel sótano, exactamente
las mismas. “Desarticulado un piso dedicado a la trata de blancas. En el
barrio, los vecinos…”.
Cada uno es responsable de sus propios actos, pero todos somos responsables también por inacción cuando vemos y no hacemos.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Así es. Hablamos, nos llenamos la boca, anestesiamos la conciencia y... en cuanto podemos miramos para otro lado.
ResponderEliminarGracias