Las enterraron vivas bajo un alud inesperado de
dolor y soledad pero ellas, las ilusiones y las esperanzas, lejos de pudrirse,
encontraron de algún modo la forma de echar
raíces, de crecer y de afianzarse. Nadie lo esperaba, tampoco él, pero un día
se encontró levantando la vista de la punta de los zapatos, dejándose bañar por
la luz del sol, dispuesto a poner otra vez en juego su corazón, ajeno a sus
sesenta años.
Que la esperanza y la ilusión no se pierda nunca, la edad sólo es un detalle.
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana, Luisa
Gracias!!! Qué buenos días más buenos!!
ResponderEliminarSi no hubiera esperanza, ¿qué sería de todos nosotros? Las ilusiones a veces se duermen pero nuestra obligación es despertarlas a la mayor brevedad.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Caramba! Qué cercano me suena :)
ResponderEliminarBesos.