Al
principio fue el agua pero, como espejo, pronto presentó problemas; el mayor de
todos es que se podía entrever el otro lado y eso dio lugar a todo tipo de
cuentos y leyendas, además era posible sumergirse en él, ahogarse o
contaminarlo, todas ellas actitudes muy poco recomendables y respetuosas.
Por estas razones, cuando apareció
el espejo, aparte de las sustanciales mejoras en el diseño, los mundos que
estaban a un lado y a otro hicieron un pacto solemne comprometiéndose a
devolver justo la imagen que tenían delante, en un intento desesperado por
acabar con la curiosidad que asalta a todo el que mira. El acuerdo fue un éxito
y sigue siéndolo, al menos por ahora.
¿Se imaginan qué pasaría si un día
en el espejo pudiesen ver en él otra cosa? ¿Por qué, sabiendo lo que van a ver,
no hacen más que mirarse una y otra vez?, ¿qué esperan? ¿Será que están
obligados a estar ahí cuando ellos miran o es esa curiosidad malsana que sigue
buscando más allá de lo que ve, que husmea y que sospecha?
Siempre interesa el "Otro lado"
ResponderEliminarUn abrazo.
Un espejo en el que no se reflejase lo que se espera, que no es otra cosa que nosotros mismos, o nuestro propio narcisismo, sería un elemento terrorífico.
ResponderEliminarSiempre creativa, Luisa.
Un abrazo
El mundo de los espejos es un misterio, una fantasía. Todos podemos los podemos llenar de cosas, de cosas que sean distintas a nosotros mismos, con otras cosas.
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