6 de marzo de 2017

Una frontera


Al principio fue el agua pero, como espejo, pronto presentó problemas; el mayor de todos es que se podía entrever el otro lado y eso dio lugar a todo tipo de cuentos y leyendas, además era posible sumergirse en él, ahogarse o contaminarlo, todas ellas actitudes muy poco recomendables y respetuosas.
Por estas razones, cuando apareció el espejo, aparte de las sustanciales mejoras en el diseño, los mundos que estaban a un lado y a otro hicieron un pacto solemne comprometiéndose a devolver justo la imagen que tenían delante, en un intento desesperado por acabar con la curiosidad que asalta a todo el que mira. El acuerdo fue un éxito y sigue siéndolo, al menos por ahora.
¿Se imaginan qué pasaría si un día en el espejo pudiesen ver en él otra cosa? ¿Por qué, sabiendo lo que van a ver, no hacen más que mirarse una y otra vez?, ¿qué esperan? ¿Será que están obligados a estar ahí cuando ellos miran o es esa curiosidad malsana que sigue buscando más allá de lo que ve, que husmea y que sospecha?

3 comentarios:

  1. Siempre interesa el "Otro lado"
    Un abrazo.

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  2. Un espejo en el que no se reflejase lo que se espera, que no es otra cosa que nosotros mismos, o nuestro propio narcisismo, sería un elemento terrorífico.
    Siempre creativa, Luisa.
    Un abrazo

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  3. El mundo de los espejos es un misterio, una fantasía. Todos podemos los podemos llenar de cosas, de cosas que sean distintas a nosotros mismos, con otras cosas.

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