Desde que se conocieron, cada vez que él opinaba
blanco ella contestaba negro; cuando él tenía calor, ella iba a buscar una
manta; si él había comprado carne, ella hubiese preferido pescado. Vivieron así
veinte años de discusiones continuas y un matrimonio feliz.
Ayer, al acabar la película, él
dijo: “Ha estado bien, ¿verdad?” y ella contra todo pronóstico contestó: “Sí.”.
Se miraron en silencio, pasaron en vela toda la noche pensando y a la hora del
desayuno se dijeron: “Esto se acabó.” Y aquellas palabras dichas al unísono,
cayeron como una losa y fueron punto final en aquella mañana de domingo.
Sin discusión se produce el aburrimiento...
ResponderEliminarSaludos.