-Que se arrime un poco más al borde
de la cama y que salte de una vez.
Al osito de peluche le temblaban las
piernas.
-Vamos, se puede saber a qué esperas
–dijo una de las muñecas desde el suelo.
-No puedo.
Oyeron entonces que la puerta se
abría. La pequeña era preciosa, en eso estaban todos de acuerdo, pero había
empezado a andar hace unos días y ya había causado algunas muertes en sus
filas.
(microrrelato
incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)
Ese momento en el que se echan a andar... todos lo hemos padecido. Enhorabuena Luisa!!!
ResponderEliminarBesosss!!
¿No podrían atarla? Digo, para evitar inconvenientes semejantes...
ResponderEliminarSaludos,
J.
PD. Nótese el sarcasmo del comentario, gracias.
Se podría atar, jeje, pero no está bien visto.
ResponderEliminarY sí, Juancho, es un momento muy importante empezar a andar pero... a partir de ahí y hasta los 30.... todos de cabeza!!!!
Gracias por vuestros comentarios