Supongo
que tuvimos suerte, que disponer durante un tiempo del almacén de un
restaurante y vivir sobre el mar de nubes ha sido un privilegio; yo no voy a
negarlo, no cuando tantos no pueden contarlo. Sin embargo, que nadie piense que
estamos a salvo, que no tenemos problemas o que la vida nos es fácil. Empieza a
faltarnos la comida y el agua, el silencio hace mella en nuestro ánimo y la
nube de contaminación creciendo sin parar pugna por alcanzarnos. Ayer por
ejemplo el geranio, el pequeño geranio que teníamos en el piso de abajo para
que nos avisase, fue encontrado quemado por el ácido.
(microrrelato
incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)
Impresionante
ResponderEliminarBesicos muchos.