Más o menos a
los dos años de haberse casado, tuvo la certeza de que la que era su esposa no
era ni iba a ser nunca la mujer de su vida. Por aquel entonces tenían un hijo
de algo más de un año, y esto le hizo pensar que debía esperar un momento más
adecuado para iniciar los siempre dolorosos trámites de la separación, momento
que encontró pasados dieciséis años.
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