30 de noviembre de 2018

En la peluquería



Del peinado de la Tere (la mosquita muerta) me encargo yo, no os preocupéis. La voy a dejar guapísima (hecha un cuadro, eso es lo que me gustaría). El moño que quiere llevar el día de su boda a mí me sale de fábula (mucho cuento tiene la niña) y se lo haré bien tirante (todo lo que pueda) para que se le vea bien la cara (esa cara dura que lleva) y esa sonrisa de dientes blancos que tiene (que no ha dejado de lucir desde que mi Antonio se fue con ella) tan perfecta (y de mentira, dicho sea de paso). Le sujetaré el pelo con muchísimas horquillas perfectamente ocultas (como sus intenciones) y lo remataré con un poco de gomina (¿por qué no pegamento?) o de laca (sí, esa que viene en un bote como el de los insecticidas); y acabará llorando de emoción (o de lo que sea, pero llorará fijo).
No os preocupéis, chicas, estoy bien; yo me encargo, no hay problema. Será como tiene que ser, un día inolvidable (y es que me voy a encargar personalmente de que no se nos olvide nunca).

(microrrelato escrito para Esta noche te cuento y la foto que veis)

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