Sonaron
los despertadores de la casa y la familia empezó a ponerse en marcha. Los
turnos para las duchas y los desayunos se habían establecido previamente, todos
sabían cómo vestirse poniendo especial cuidado en el calzado, incluso los más
pequeños, algunos hicieron una tanda de estiramientos. No demasiado tiempo
después ya estaban todos en la calle: abuelos, padres y nietos, preparados y
listos para la San Silvestre Salmantina; había llegado el día y el momento con
el que dejaban atrás un año lleno de hospitales infantiles, de pruebas y
diagnósticos, y empezaban a vivir el Año Nuevo exactamente cómo decidieran
hacerlo.
Ese fue el primer año, al que
siguieron muchos otros, y tan contentos.
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