Sé que muchos amigos pensaron que
nuestro matrimonio estaba roto el día que dejamos de hablarnos y empezamos a
dormir en habitaciones separadas. Sin embargo, siempre pude decirles que, a
pesar de las apariencias, nuestra comunicación era fluida y constante: él
dejaba algunos pósits en los sitios comunes y yo le contestaba del mismo modo.
No negaré que hemos pasado por momentos difíciles como cuando él, supongo que
en un arrebato, tiró todos los papelitos amarillos con mi letra y yo en justa
respuesta eliminé los suyos; una discusión que transcurrido el tiempo casi
podría considerarse una limpieza general; pero también, siendo justos, es
preciso comentar que nuestro diálogo mejoró de forma sustancial cuando él
incorporó una fecha a sus notas y yo le secundé, feliz por poder darle la razón
en algo y estar de acuerdo por una vez.
Por eso no lograba entender su
silencio estos últimos días hasta que, harta, esta mañana decidí romper el
pacto y entrar en su habitación, donde lo encontré tieso como la mojama con un
pósit pegado a los labios y un punto en él.
Y aquí sigo, sin saber qué o cómo le
puedo contestar, en blanco.
(microrrelato
en respuesta a la propuesta “amarillo” de Esta noche te cuento)
Gracias. Gracias
ResponderEliminarLo único peor que quedarse sin palabras para responder, en la gente que opina sobre la vida de los demás.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Esta la cosa difícil jajajaja
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