Creyó
oír sonidos en el baño pero, como por la rejilla de ventilación solían llegarle
los ruidos de las vidas de sus vecinos, siguió viendo la película de acción.
El alboroto creció a su espalda,
como de pasos; pero la ensalada de tiros en la pequeña pantalla reclamó toda su
atención y se hizo tarde.
Media hora después la televisión
emitía una serie de anuncios publicitarios, los de siempre, esos que él odiaba
y no volvería a ver; mientras unas bien organizadas cucarachas, salidas de la
cloacas de la ciudad repletas de productos químicos, ya estaban transportándolo
en cómodos trozos al nido recién construido justo debajo de la única cama de la
casa, la cual se había quedado oportunamente libre.
Ahora tendré que mirar siempre debajo de la cama D:
ResponderEliminarY no ver tanto la tele. Jeje
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