Había visto
mucho y eso le había dado, sin lugar a dudas, experiencia, cirugías estéticas,
historias que contar y certezas, muchas certezas, porque había cosas que
parecía que no pudieran cambiar nunca.
Por poner un
ejemplo, no le preocupaba en absoluto el charco de sangre que estaba dejando
aquel hombre tumbado en la acera, que no cesaba de crecer y quizás le dejase
durante algún tiempo una mancha de lo más fea; lo que realmente le molestaba, a
ella y a todos los edificios que la formaban, era no haber encontrado aún, y
eso que habían pasado años, la forma de contar a los humanos qué era lo que
había ocurrido y en dónde se ocultaba el autor de aquel asesinato.
Esa calle impotente por soltarse la lengua.
ResponderEliminarSaludos.
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ResponderEliminar¿Han probado con código morse?
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