3 de diciembre de 2020

Apuestas contra el mañana


Ya estoy en casa!, eso era lo que siempre había dicho cada vez que llegaba, cuatro palabras que eran el preámbulo de una serie de carreras infantiles, besos y arrumacos. A día de hoy sigue pronunciándolas pero, aunque solo sean un susurro, él diría que rebotan en las paredes de la casa y hacen extraños ecos que, si bien le recuerdan que todos le huyeron, también le repiten que de la ruina que les trajo el juego solo él fue el culpable.

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