No hay tiempo que perder, comentó la abuela, quien finalmente ejecutó la sentencia con una de las agujas de hacer punto. En cuanto a todo lo que hicimos después, es decir, lo que hicimos con el cadáver de padre, también seguimos sus directrices. Al huerto, al pie de los rosales donde, dicho sea de paso, había un poco de todo: restos de ropa en descomposición, unos pocos huesos y unas gafas.
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