De la escuela a casa y de casa a la
escuela, SI ALGÚN DÍA DESPUÉS DE clase alguien quiere jugar con él, contesta
con cualquier excusa.
Hoy en concreto ha salido
escopetado, decidido a confesar su falta.
-Me comí todas las galletas, madre.
Y el chocolate -dice en un susurro después de entrar en su cuarto, sin
atreverse a mirarla siquiera.
Espera su enfado, como ocurría
antes, pero este no llega. Las lágrimas en cambio ya están en sus ojos cuando
repasa la cuenta con los dedos; sí, hace diez días o más que ella no habla, ni
se mueve, ni respira.
Uffff, que relato, Luisa!!
ResponderEliminarMuy bueno, como acostumbras a deleitarnos.
Besicos muchos.