La bruja, de cientos de años y
cubierta de verrugas, se encaprichó de Juanjo y este la rechazó. Fue así como
todo nuestro pueblo cayó bajo el maleficio: tener los labios sellados y la
imaginación muy despierta. Muchos no pudieron soportarlo.
Tiempo después llegó él, el hombre
triste, afirmando que, aunque no era muy buen mago, creía poder invertir el
hechizo, es decir, devolvernos el habla a cambio de no tener nada en la cabeza.
Tuvimos que elegir.
Algunos empezaron a hablar como
periodistas, como políticos, como vecinas; yo opté por nuestro pasado y soy
escritor.
(microrrelato
escrito para esta propuesta, un encuentro en la Copa
ENTC 2022)
qué buen final, Luisa. Me ha encantado!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Es genial
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