El montoncito de arena que se está
formando a mis pies me hace temer lo peor. El alfarero que contraté para que me
fabricase a partir del barro, que no tenía muchas referencias y era algo más
barato, me va a salir al final muy caro. Ahora tendré que gastarme todo el
dinero que creía haber ahorrado en buscar a otro, para que me apuntale antes de
quitarme una costilla; si dejo que este me meta mano, seguro que afecta a mi
equilibrio estructural y me vengo abajo.
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