El
niño solo veía manchas, garabatos, borrones y salpicaduras hasta que el dedo
índice de la maestra se acercó a un dibujo concreto y dijo: “esto de aquí es la
letra a” y al pequeño, el que con el tiempo se convertiría en un ávido lector, se
le iluminó la mirada.
(microrrelato escrito como respuesta a esta convocatoria,
en la que quedó mencionado)
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