8 de enero de 2025

Perdido


El cura del pueblo siempre pone una limosna en la mano tendida, en otra una caricia, en aquella mirada infantil una sonrisa, en unas palabras dichas con dolor escucha y en sus sermones dominicales paz. Hasta que llega a aquel lugar aquella mujer de risa pícara, escote pronunciado y falda demasiado corta que turba sus días con oscuros pensamientos y dudas; y es que nadie ni lo sabe ni lo sospecha, tal y como prometió a su madre ya muerta: él siempre quiso ser una mujer, como lo es ella.
 
(microrrelato escrito para la segunda ronda del concurso CUNCA ARZÚA, convocado en Esta noche te cuento, en la que me caí)