Sancho,
o simplemente El Gordo para algunos indeseables de la clase, miró al compañero
que tenía delante, meditó su respuesta y dijo:
>-Tú
estás loco, loco de remate.
Dos
recreos más tarde quedó patente que estaba en lo cierto: lo de ponerse a
defender a Dulceida de los machotes de clase solo porque su cuerpo se había
desarrollado antes, acabó con Alonso magullado, la muchacha tratando de
limpiarle la sangre con un pañuelo mojado y Sancho parapetándolos.
-Supongo
que ha sido un espectáculo lamentable –dijo el herido.
-No,
Alonso, has sido un valiente, todo un caballero –contestó ella que la noche
anterior había visto una película con justas medievales.
-Vale,
es un figura pero… triste, muy triste –sentenció Sancho, pensando ya en cómo
ayudar a su amigo y si pedirle algo a cambio.
(microrrelato escrito para esta propuesta)
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