La mujer madura salió de su casa como un ladrón, esperando no ser descubierta y con las manos vacías.
La chica de pelo rojo recorría las calles de la ciudad con una mochila a la espalda dispuesta a aprender las cosas por sí misma.
Los pasos de ambas coincidieron en la estación de tren. La noche y un café las unió en una charla a deshora, sincera; las hizo amigas. De forma que, cuando llegaron a la taquilla, el futuro que empezaba abrirse ante ellas había dejado de ser ese lugar frío al que tenían que enfrentarse solas.
(microrrelato presentado sin éxito al V Certamen de relatos cortos “El tránsito, el viaje, el movimiento hacia un destino” convocado por RENFE)
Muy esperanzador Luisa,
ResponderEliminares bonito pensar que el futuro nos reserva amigos inesperados. Bonita historia. Muchos besos
La amistad, quizá el único lazo que mantenga a nuestro destartalado mundo en andando.
ResponderEliminarBello micro, yo te hubiera dado el premio Luisa.
Besos
El futuro siempre es un viaje, mejor hacerlo en compañía.
ResponderEliminarMe gusta mucho!! Es entrañable pensar que en el lugar menos pensado te puedas encontrar un compañero de viaje ;) Abrazos
ResponderEliminarNunca es demasiado tarde o demasiado pronto para nada.
ResponderEliminarO eso es lo que interpreté al leerlo.
Me ha gustado mucho la ultima frase, llena de esperanza. Es de esas frases que sustentan cualquier historia que le añadas
ResponderEliminarme gustan las intersecciones de caminos y también lo que no cuentas, el camino que las espera. muy inspirador
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