Hasta aquí

No, no puedes irte y decirme que el culpable fui yo, que fui usmía demostrándote mi amor, cuando tú y yo sabemos que sólo yo te he querido. Sé además qué es lo te ha dolido, por qué estás enfadada: ese detective que contraté para que te siguiese los pasos, ese usmia con cámara que me ha ayudado a ver la realidad que me ocultabas tan cucamente.

          Escucha. Fui tu marido cuando tendría que haber sido tu hombre, tampoco soy el chiguito con el que te casaste y, por supuesto, no soy un testel. ¿Lo ves ahora? Te expulso de mi vida y me retrepo en el sillón, herido pero contento, porque ya no volverás a manipularme. Ya ves, mi amor, seré tonto pero todo el dinero que tú buscabas en mí, el petrinazo que creías haber dado casándote conmigo, se ha ido al carajo.