20 de abril de 2016

Nada

Observo el lecho seco del río y los recuerdos surgen a borbotones, cual sangre de una herida feroz.
Nuestra imagen –tú y yo- sentados uno junto al otro, mirando por sobre el agua, hacia la otra orilla o hacia el infinito, como si allí o más allá pudiéramos vislumbrar el cumplimiento de nuestros sueños.
En invierno o en verano, tus pies descalzos siempre se acercaban a la orilla, para sumergirse en el líquido cristalino, sin apenas alterar su monótona corriente.
Hoy se cumplen seis meses de aquel negro día. Por eso estoy aquí, mirando sin ver, o no queriendo ver todo aquello que ya no existe. El caprichoso destino, en una muestra de crueldad infinita, quiso que las oscuras naves eligieran nuestro rincón preferido para posarse y absorber toda la vida del río.
Tú estabas allí, sola, pensando en mi propuesta. Y también te llevaron.
Y a mí también me llevaron, sin llevarme. Porque dejaron la cáscara hueca de mi cuerpo vacío de ti, vacío de tu luz y de tu amor. Vacío…

Autor: Hugo Jesús Mion


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