Entramos en Moscú para descubrir una ciudad helada y
vacía, que apenas lográbamos llenar con el eco de nuestros maltrechos pasos.
Según avanzábamos por ella, mientras nos hacía la promesa de seguir cobrándose
más vidas, sólo la derrota parecía dispuesta a seguirnos. ¿Cuántos habían caído
ya muertos de frío y de hambre, cuántos más caeríamos? El blanco de la nieve me
cegaba y borraba los detalles de sus rostros; sin embargo me acordaba bien de
él, de sus últimas palabras, de aquellas que me han mantenido con vida: “vigila
tus pies, mantenlos alejados del frío”.
Agacho la cabeza y elijo a un infeliz; en cuanto caiga
la noche, le robaré los zapatos. Cada día está más difícil.
Uno de nuestros grandes escritores (Uruguayo) Mario Delgado Aparaín, escribió una novela histórica: "No robarás las botas de los muertos", donde se menciona la costumbre de despojar los cadáveres de esas prendas que ya no van a necesitar... Pero tu soldado se fabrica el cadáver para luego despojarlo. La crueldad extrema de la lucha por sobrevivir...
ResponderEliminarBonito microrrelato
ResponderEliminarBonito microrrelato
ResponderEliminarLos más fuertes tienen más posibilidades de sobrevivir, también los más despiadados.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Hermoso texto. Yo tiraría del hilo. No lo veo cerrado, si no como parte de algo más grande.
ResponderEliminarMantenerse con los pies calientes, en tiempos de penuria, es toda una proeza, como muy bien explicas.
ResponderEliminarUN saludo.