Pedrito
está contento, porque le encanta el chocolate con picatostes, haga quien lo
haga. Adela no lo tiene tan claro, hizo hace poco la comunión y de vez en
cuando, aunque le gusten las visitas, se pregunta si debe confesarse. En cuanto
a mí, la mayor, soy quien tiene la peor parte; por un lado, he de contestar a
las preguntas que me hace madre sobre padre y su nueva vida; por otro, he de
lograr que padre inicie esa nueva vida y deje de pensar en su mujer que está,
aunque no lo haya admitido todavía, muerta y enterrada.
(microrrelato
finalista en el 6º certamen “Picapedreros”, de poesía, guión y microrrelato, os
paso el enlace al fallo, y publicado en el blog El Microrrelatista)
Menudas conversaciones madre-hija.
ResponderEliminarUn abrazo.
Excelente, Luisa. Te felicito. Beso grande.
ResponderEliminarHay quien mantiene el genio y la figura en toda circunstancia.
ResponderEliminarMuy imaginativo, Luisa. Un abrazo
Buen giro al final. No es el tipo de separación que uno se espera cuando empieza a leer.
ResponderEliminarUn saludo, Luisa.
Gracias. Qué suerte tengo en géneros!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCon tu permiso de cojo prestado este estupendo micro para publicarlo en El Microrrelatista el día 23 de septiembre.
ResponderEliminarUn beso, Luisa
Me encantará estar allí, como siempre y como antes. Gracias, Torcuato
ResponderEliminarEnhorabuena por esa final.
ResponderEliminarA mí este relato me provoca dudas ¿se está acostando el padre con las hijas? ¿Las visitas son de mujeres que trae el padre? Creo que es esta segunda interpretación la correcta, a Pedrito le hacen chocolate diversas mujeres, Adela no tiene claro si debe confesarse por los pecados del padre, y la mayor debe bregar con el padre y la madre. No obstante la primera no la descarto. Ya me dirás, Luisa, si mi lectura es muy equivocada.
ResponderEliminarA tí el relato te provoca... lecturas. Nada comparable a lo que pensé. jeje. Alucino y me encanta. Una familia normal y tres hijos, la que habla es la mayor. El padre se ha quedado viudo (se descubre justo al final) y el fantasma de la madre todavía ejerce: hace chocolate y demás. La mayor prefiere que las cosas se normalicen, que su madre fantasma asuma que el padre rehará su vida y que el padre la rehaga ahora que su mujer se ha muerto.
ResponderEliminarSeparaciones que no, porque padre y madre están separados (uno muerto y otra viva) pero... es como que ninguno de los dos asume la situación y la cosa se alarga y se complica.
Javier, gracias por tu lectura diferente y refrescante, por compartirla.
Y... a lo mejor lo que tú lees te mola más, tampoco pasaría nada ¿no crees?
Gracias