10 de abril de 2017

Contrasentido

            Queriendo matarse, no dudó en tirarse a las ruedas de aquel coche.
            Empezó a ver imágenes de una vida y también el muerto que dejaría detrás y el rictus triste de su rostro. Entonces, el conductor frenó, él ganó unos segundos preciosos y la vida de la que era espectador avanzó un poco más. Pudo comprobar, mirándola ahora en su conjunto, que su historia no era tan mala como habría creído siempre.
            Esa fue la razón por la que moriría con una sonrisa en los labios.

2 comentarios:

  1. Hay decisiones que, una vez tomadas, ya no tienen vuelta atrás. Al menos, una sonrisa se agradece siempre.
    Un abrazo, María Luisa

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  2. Las sonrisas y las visitas y los comentarios, como los tuyos, se agradecen y agradecerán siempre. Pase lo que pase.
    Gracias

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