22 de mayo de 2017

El accidente

Cuando el conductor perdió el control del coche, éste se salió de la autopista y acabó estrellándose contra uno de los pilares de los puentes en los que vivimos los desheredados. El golpe fue fuerte e, inmediatamente, empezamos a sentir nostalgia por la vida que habíamos perdido; aquello eran un vehículo sin polvo, un traje de buena tela y la música emitida por un programa de radio.
El Carnicero, en honor de la profesión que había tenido, confirmó que el hombre estaba muerto y el Veterinario nos recordó que un cerdo y un humano eran anatómicamente iguales. Rápidamente, sin apenas intercambiar palabras, cada uno de nosotros empezó a hacer lo que fuera que hiciese antes de que la sociedad lo expulsase y yo, mientras esperaba a que acabasen, me sentí orgullosa de poder ver en mis compañeros a unos profesionales bien preparados.
Como no podía ser de otro modo, todo acabó sirviendo para algo. Después yo limpié los charcos de grasa de motor y de sangre, dejando como siempre el puente  impecable.

(microrrelato incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)

3 comentarios:

  1. Del cerdo todo se aprovecha...
    Un abrazo.

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  2. Un relato que es todo un ejemplo de eso que llaman la cultura del reciclaje.
    Un abrazo, Luisa

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  3. Del cerdo, de los cerdos (algunos en coche), hay que aprovecharlo todo y saber hacerlo, claro.
    Muchísimas gracias, chicos, y buenos días

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