Mamá nos dijo
que teníamos que escondernos del viento, que iba a ser tan fuerte que nos
íbamos a asustar y así, casi sin proponérnoslo, acabamos encontrando cobijo
bajo la inmensa capa del mar, desde donde pudimos ver atónitos y envueltos en
una extraña paz azul todo lo que ocurría en tierra.
Entonces
creímos que habíamos tenido mucha suerte.
Brutal!
ResponderEliminarBesos.
Una forma imaginativa de contar un maremoto a un niño, que tampoco salió bien.
ResponderEliminarQué nos salga un buen fin de semana!!! Calor aparte.
Y gracias
El punto de frialdad e la narración le da un punto casi piscopático.
ResponderEliminarEstupendo.
Buen relato. Suerte, Luisa
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