25 de septiembre de 2017

Sueño


Hacía mucho tiempo que no sentía el tacto de la piel en su lomo, hacía demasiado que esperaba; y ahora que veía quien le leía, la poca viveza en los ojos, el sopor y la desgana con los que llevaba a cabo la sagrada tarea de leer, se sentía dolido y decepcionado. No obstante, una vez más, hizo gala de profesionalidad, algo que claramente no se merecía aquel botarate, y permaneció firme, erguido, con las páginas abiertas en el mejor ángulo, con el empaque que sólo puede tener el libro contenedor de un clásico; todo por perseguir, hasta sus últimas consecuencias, la remota posibilidad de conmover a un idiota con unas palabras escritas como Dios manda. Sin embargo parecía que, más pronto que tarde, aquel hombre lo abandonaría en la mesilla por un periodo de tiempo indeterminado. Poco podía hacer, y parecía que bien poco podía esperar. Miró de reojo el dormitorio en el que se encontraban e intentó averiguar si aquel ser estaba casado.

(microrrelato incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)

3 comentarios:

  1. Ya dice el refrán que "no se hizo la miel para la boca del asno".
    Un abrazo, Luisa

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  2. Mucha razón. Habría que identificar a los asnos antes, a veces no está fácil.
    Gracias

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  3. triste destino de los libros con cierta enjundia, caídos en manos deleznables.
    Besos.

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