Mi mujer dice que, de un tiempo a
esta parte, no parezco el mismo y que he desarrollado nuevas costumbres,
algunas de ellas insufribles: apenas duermo por las noches, salgo bastante más,
he adelgazado, estoy pálido, he cambiado mis gustos tanto a la hora de comer
como a la hora de vestirme, me empeño en besarle el cuello a todas horas y
evito las iglesias más que nunca.
No sabría decir si todo es verdad o
no. Sólo sé que hace meses que no me encuentro en los espejos.
Sabíamos que la edad tiene sus secuelas, pero lo del vampirismo es bastante peculiar. Al menos, es más original que jugar a la petanca.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Y jugar a la petanca es estupendo, entre otras cosas; no me importaría ser una de esas viejecitas.
ResponderEliminarGracias