Habíamos visto las noticias y
sabíamos que, si bien para algunos el consuelo había llegado tarde, para
nosotros no llegaría. Nuestros profesores actuaban como siempre lo que
implicaba que la próxima víctima sería Daniel, el nuevo, a quien ya miraban las
posaderas mientras subíamos las torres de la Sagrada Familia en la excursión de
todos los años.
Tramo de escalera tras tramo,
habíamos logrado adelantarnos un poco y ahora, lejos de los ojos enfermos de
nuestros tutores, entre susurros, le fuimos contando lo que pasaba en aquel
lugar, lo que podía esperar y le ocurriría.
Daniel nos escuchó y solo cuando
callamos dijo “Dejad que los monstruos se acerquen a mí” al tiempo que sacaba
una automática de entre las ropas.
La noche ya ha llegado y a nuestro
compañero se lo llevaron hace una media hora y todos, en nuestras literas,
esperamos por una vez que los gritos indiquen otra cosa.
(microrrelato
escrito para el Monstruoscopio ronda 1, de Esta noche te
cuento, debía de desarrollarse en la Sagrada Familia, incluir la
frase “Dejad que los monstruos se acerquen a mí”, si bien había otra que
también se podía elegir)
Jope, que buen relato Luísa. Me ha gustado mucho. Suerte.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias, guapa.
ResponderEliminarLos pequeños siempre son los más peligrosos...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Y los más vulnerables. Gracias por pasarte y comentar
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