Habían pasado muchos años desde
aquel día en que le vi por última vez, una vida, la mía, para ser exactos.
Sin embargo él estaba igual,
insultantemente igual, con sus pantalones, su flequillo y su pelota, como
antaño. Y por todo eso lo envidié, lo odié, e hice como que no le veía y no le
conociese de nada. ¿Qué puede significar que vuelva a aparecer tu amigo
imaginario, que tu imaginación se agotó y ha de repetirse, que has logrado
mantenerla a salvo del tiempo, inocente e intacta?
Nunca encontró el tiempo para
responder esa pregunta, la demencia lo llenó por completo, los médicos habían
dado en el clavo.
Parece ser que a veces los mayores recuerdan su infancia y vuelven a ser niños, mejor creo eso a olvidar todo. Qué bonito reato Luisa.
ResponderEliminarBesicos muchos.
En mi mundo al único clavo al que le dan los médicos es a los del ataúd.
ResponderEliminarSaludos,
J.