Todos esperando a que las puertas
del ascensor se cerrasen: un adolescente inventando una mentira más para contar
a sus confiados padres, el vecino del quinto que curiosamente bajaría tres
pisos antes, una mujer ocultando su tristeza y su miedo tras unas grandes gafas,
un parado llenando todo su tiempo en pensar en aquellas cosas que quería pero
quizás no podría volver a pagarse, un joven exultante con un maletín que
acababa de vender su alma al diablo, un hombre enamorado de otro a punto de
enfrentarse a la mujer que había estado engañando… Un bastón que todos
reconocían se interpuso entre las puertas del ascensor en el último instante y
la portera entró en el pequeño espacio, ahora si cabe más pequeño.
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