Juntos elegimos este destino,
buscamos esta vida; pero tras el paso de las primeras tormentas ella no volvió
a ser la misma y acabó arrojándose del faro cayendo donde rompen las olas.
Desde entonces estoy solo. No mentiré diciendo que ha sido fácil, incluso a día
de hoy he de admitir que hay noches en que no lo es; pero, en general, esta
vida me gusta y lo que más esas noches de tormenta en que la luz de la linterna
se extiende sobre las frenéticas olas y la tormenta ruge alrededor. En esos
momentos soy el dueño del mundo, soy dios y, aunque sé que es peligroso, no
puedo evitar salir del refugio, gritar a las nubes, dejar que la lluvia me empape
y el viento me zarandee mientras bailo rodeado de electricidad, ciego de poder
y alegría; actitud que ella nunca comprendió y que quiso impedirme poniendo en
riesgo su vida.
(microrrelato
enviado a la propuesta: El hombre solitario es un dios o una bestia, de Esta noche te cuento)
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