Ella ya se ha levantado, la oigo
trajinar en la cocina; y yo, me quedo unos minutos más en la cama, para
soñarla, para recordarla, para traer a mi memoria el modo en que cierra un poco
los ojos cuando come chocolate, la explosión de su risa fresca tras un chiste
que no se merece tanto, el tacto de sus dedos enredándose en mi pelo o el olor
de su colonia flotando en el aire. Después con el corazón henchido y una
sonrisa en mi cara, salgo de la cama, voy a su encuentro y veo en sus ojos,
como he visto todos los días desde hace ya cuarenta años, que ella también me
sigue soñando.
(microrrelato
para una propuesta de Esta noche te cuento, esta)
Qué bonito, Luisa.
ResponderEliminarBesicos muchos.