Mis padres son unos profesionales
del disfraz, lo sé porque soy su hijo. Él es genial tras su máscara de
funcionario, mi madre borda el papel de contable, él es único simulando ser un
buen vecino y ella no tiene rival como amante esposa.
Yo siempre les admiré profundamente
pero nunca fui tan bueno como ellos.
Lo descubrí en una de esas reuniones familiares que
todos odiábamos. Oí un comentario desagradable y, antes de darme cuenta,
disfrazado de asesino, empujaba bajo la cama de mi cuarto el cuerpo de la tía
Herminia; momento en que mi padre entró en la habitación y dijo “qué has hecho”
para inmediatamente después adoptar el papel de chivato. ¡Qué reflejos, qué tío!
Su actuación fue tan buena que acabé con los huesos en la cárcel pero, tras el
correspondiente enfado, creo que mi estancia aquí me ha servido para mejorar.
Salgo mañana y estoy deseando llegar a casa, quiero
sorprenderles con mis nuevas habilidades y demostrarles lo buen profesional que
he llegado a ser.
(Proyecto: No me cuentes películas. ¿Te animas a
contar una historia que tenga el mismo título que la película pero que no tenga nada que ver con ella)