14 de marzo de 2018

¡Gol!

Los padres de ella se habían ido de vacaciones dejando la casa vacía. Era la primera oportunidad que tenían, desde que habían empezado a salir, de estar juntos en una cama de verdad, sin agobios y sin prisas.
El día de la cita, justo cuando él tocaba el timbre de la casa, un árbitro pitaba el inicio de la final de la Liga.
Todo iba yendo perfectamente bien en los dos encuentros que se producían aquella tarde. Y la suerte quiso que, justo cuando la pareja llegaba al esperado momento del clímax, las paredes de la habitación temblasen con ellos en un "¡Gol!" interminable.
Algo más tarde, abrazados y felices, vieron la caja de preservativos aún sin abrir sobre la mesilla, se miraron con horror y empezaron a temer que aquel aullido salvaje, que tanta gracia les había hecho, fuese una señal de que ellos también habían metido una pelota en la portería. 

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