30 de abril de 2014

Sangre en las venas

El hombre, que había sido de acero y tenía ya el pelo del color de la plata, sonrió al sentirse maleable y dúctil bajo el peso de la mirada de la muchacha, tan azul.

28 de abril de 2014

Terrorismo inspirador

Me sobresalté al oír un golpe y algo así como un siseo en el salón. Tras unos instantes de indecisión, con un cuchillo en la mano y más miedo que vergüenza, me dirigí hacia la habitación contigua intentado no hacer ruido. Encontré, como me venía ocurriendo desde hacía algunos días, un libro a un metro de distancia de la librería en la que debía estar, abierto, con las páginas en blanco y muerto, sin lugar a dudas; pero esta vez, mirando con atención, creí ver a algunos personajes huir hacía los rodapiés acarreando párrafos enteros de texto.
No puedo confirmar quien está detrás de estos incidentes, no tengo pruebas, pero algo me dice que las responsables son mis musas, a las que he amenazado por no ser ni diosas ni inspiradoras, por estar desde hace meses mudas.

25 de abril de 2014

El fin

Eones después volvió la vista hacia su creación y se disgustó profundamente. Decidió entonces invertir el proceso: terminó con todos los animales existentes en la faz de la tierra, incluido el hombre, el más culpable y dañino de todos; después, sin pausa, siguió con los peces y las aves; a continuación acabó con las plantas, el Sol y la Luna; destruyó la diferencia entre el cielo y el mar, mezcló la luz y las tinieblas.
Tardó apenas seis segundos, tras los cuales volvió a descansar haciéndose el  propósito de no volver a crear nada nunca.

23 de abril de 2014

Tu muro

El local era pequeño. El evento, nuestra cita. Tras algunos toqueteos en mi móvil y ver crecer los me gustas de nosotros como pareja, te miré para sonreírte pero tú también escribías.
Pasadas tres horas, te fuiste, sin mirarme siquiera.

21 de abril de 2014

Horticultura zombi

Cuando vi el cementerio pensé que tener un huerto sería una buena idea. Sin embargo, pasado el tiempo, he de admitir que no tengo la buena mano que me gustaría, por algún motivo que desconozco los nutritivos vivos no crecen de esos esquejes de muertos que hundo en la tierra.

18 de abril de 2014

Un roto para un descosido

Al otro lado del mostrador estaban los clientes y… ella.
-¿Qué desean, señoritas? –dijo en un susurro que apenas superó el cuello de la camisa.
-Anda que no habla raro este tío. Señoritas, dice, parece de otra época –dijo ella mirando a su amiga.
Él pestañeó sorprendido, era la primera vez que la oía.
-¿Desean algo? –repitió.
-Pues claro, no vamos a venir aquí sólo para verte la jeta, ¿no crees?
No, ella no era como había imaginado.
-Queremos un cartón de Malboro.
-Tengo que sacarlo del almacén, esperen un momento, por favor.
-Tengo prisa, ¿sabes?
Cuando volvió, nervioso y feliz, el precio en sus labios sólo llegó a ser un gemido incomprensible.
-¿Se puede saber qué cojones dices?
Justo la frase que su madre le había dicho toda la vida, la que tanto había echado de menos desde que muriera. Sintiéndose como en casa, sonrió.
-¿Puede saberse de qué te ríes ahora?
Efectivamente era ella. Ahora sólo tenía que convencerla de que él era la persona ideal para tener al lado, para despreciar e insultar toda la vida.
Agachó la cabeza y empezó a lloriquear.
Ella no daba crédito.
-Cómo mola este idiota. Es la primera vez que veo a un tío como éste. Es cojonudo, ¿no crees?
Aquellas palabras eran como un bálsamo, pura miel. ¿Podría acaso soñar con que alguien le proporcionase los castigos físicos que su madre le infringía?
Ella pagó e hizo ademán de irse. Él impidió que se fuera. Ella le cruzó la cara y él, por primera vez, dijo alto y claro:
-Hazlo otra vez.
-¿Es que acaso te gusta? –respondió ella clavándole las uñas, mirándolo por primera vez, entre incrédula y divertida.

16 de abril de 2014

La preocupación

El reflejo sabe demasiadas cosas de la familia. Tiene abiertas de forma permanente ventanas a la realidad en los cuartos de baño, en los armarios de los dormitorios y en la entrada de la casa; es así como ha logrado unir las piezas de esa historia que le ocultan a su dueño.
            Durante un tiempo el reflejo piensa en cómo contarle lo que está pasando, en cómo darle las malas noticias, pero al final descubre que lo único que puede hacer es  seguir reproduciendo los movimientos, tan puntual y exactamente como ha hecho siempre.
            Mientras el hombre, ajeno a todo, se acerca al espejo y cree descubrir algunas nuevas arrugas.

14 de abril de 2014

Petición de mano en el Burger King

Estaba harto de pedir aros de cebolla y, también, profundamente enamorado de ella. Un día lo encontré, tenía el tamaño exacto y no pude esperar a que se enfriase.
A día de hoy la quemadura en el dedo anular ya casi está curada y yo sigo luciendo una sonrisa.

11 de abril de 2014

Ruleta rusa



Algunas noches, mortalmente aburridos, echaban salsa de ajo en uno de los litros de sangre y bebían.




(microrrelato publicado en el nº 133 de la Revista Digital miNatura, escrito como respuesta a su convocatoria sobre el tema: “vampiros”) 

10 de abril de 2014

Ghetto







          Sobre aquellas estacas de madera, las que forman la verja que rodea el pintoresco pueblo, existe una vieja leyenda. Se dice que, con ellas y a golpe de martillo, hombres y mujeres valientes lograron vencer a los vampiros, llegando a acorralarlos dentro de los muros de la aldea y que sólo la presencia de esos pedazos de madera los ha mantenido y los mantendrá a raya durante siglos. 






(microrrelato publicado en el nº 133 de la Revista Digital miNatura, escrito como respuesta a su convocatoria sobre el tema: “vampiros”) 

9 de abril de 2014

Vampiros

       



          El amanecer siempre nos estuvo prohibido. Hoy es un reality show.
(microrrelato publicado en el nº 133 de la Revista Digital miNatura, escrito como respuesta a su convocatoria sobre el tema: “vampiros”) 

7 de abril de 2014

Contabilidad

        Se conocieron en diciembre, entre cifras, facturas y recibos, cerrando un intrincado ejercicio contable.      
Desde el primer momento, a él le resultaron atractivas las marquitas de color rojo que ella mecánicamente hacia junto a cada número; en cuanto a ella, alguien dijo haberla oído comentar lo extremadamente ordenado y preciso que era él.
         Estaban hechos el uno para el otro y, aunque el amor poco tiene que ver con los números, durante el tiempo que duró su noviazgo ellos disfrutaron midiendo el valor de un beso o de una caricia, poniendo orden en la contabilidad de sus te quieros, o acomodando el deseo de estar juntos a cuadernos llenos de cifras.
            Se casaron.
Durante el día llevaban las cuentas de las empresas para las que trabajaban, pero por la noche se sumergían en las hojas de cálculo en las que tomaban nota de su amor. Y cada fin de año, con las uvas, archivaban juntos el papeleo del ejercicio anterior y rotulaban, con la misma ilusión de un niño, cuadernos y ficheros informáticos con los cuatro números del año que empezaba.
Hasta que llegó aquel diciembre, ése en el que él tenía tanto trabajo. Fue entonces cuando ella encontró que algunas cuentas no cuadraban, que él había hecho ingresos que ella no había recibido, que había gastos de los que era imposible encontrar factura. Con los ojos llenos de lágrimas, buscó en las anteriores contabilidades hasta dar con las pruebas que justificaban su sospecha: él había sido muy hábil, hacía años que llevaba dos contabilidades y ella, ella era poco más que otro activo, un activo cada día con menor valor.         

(Según define el Marco conceptual del Plan General de Contabilidad español, los activos son los bienes, derechos y otros recursos controlados económicamente por la empresa, resultantes de sucesos pasados de los que se espera obtener beneficios o rendimientos económicos en el futuro.)

4 de abril de 2014

Piedra y nido

El blog llamado “Piedra y nido”, del que es responsable Patricia Nasello, está empezando a tomar forma. Poco a poco, semana a semana, ella va ampliando su “antología mínima”, su selección.
Tengo la inmensa suerte de estar allí con “Tiempo de más”, un texto al que le tengo un especial cariño y que participé en el I Concurso de microrrelatos El Microrrelatista, ¿os acordáis?
Gracias, Patricia. 

2 de abril de 2014

Foto familiar

           Mira, aquí conseguimos estar todos juntos, incluso la tía Casandra que se negaba siempre alegando que no era nada fotogénica. Sin embargo, sí, en ésta sí que está. No recuerdo cómo o quién consiguió convencerla; ahora que lo pienso, es posible que alguien le prometiese unas cuantas misas y cumpliese su promesa, porque no recuerdo haberla vuelto a ver desde ese día. Sí, también por eso la fotografía es tan especial, única. Lo cierto es que a la tía la cámara de fotos nunca la quiso, ni cuando estaba viva ni cuando muerta; es curioso, ¿verdad?, pero tampoco resultó ser una ventaja que fuese traslúcida.