28 de febrero de 2011

El mar

Esta noche tampoco tuvo las horas suficientes como para que el atasco se disolviera. Una vez más, alguien no pudo llegar a casa, no encontró donde dejar el coche y se vio obligado a ver al amanecer agarrado al volante. Pero el amanecer hace ya mucho tiempo que tan sólo es una sucesión de grises apagados.
Con el día, el mar de coches se llena de metálicos reflejos, otra vez el gris. Un mar que avanza en oleadas de rojos y verdes, conquistando metros de asfalto en cada nuevo embate. Y su ruido sordo, que lo llena todo y llega a todas las casas, como llega el sonido de las olas a las gentes que viven junto al azul. Ese ruido que no descansa nunca, que el tiempo y la costumbre empujan al olvido, pero es mentira, sigue allí, toda una ciudad sumergida en él.
Miles de personas sumergidas en él. Obligadas a serpentear entre los coches aparcados en la acera. Obligadas a despertar al animal para guiarlo entre las corrientes, un dragón rugiendo bajo sus pies. Hace tiempo que callaron, que dejaron de hacer sonar las bocinas, de señalar las líneas amarillas sobre el asfalto como un camino en el mundo de Oz, exigiendo sus derechos. La marea amenazó con lamerles las piernas devorándolos en un bramido, y callaron.
Bajo el sol de mediodía, los coches comienzan a rezumar sudor y ven burbujear el agua de sus motores. Un mar blanco, de reflejo cegador, asfixiándose en el calor que sube desde el suelo. Y dentro de él, tras las ventanas cerradas, cientos de gotas resbalan en todas las pieles, formando remansos y cascadas, reproduciendo en las ropas con que tropiezan idénticos dibujos.
            Y ya en la siesta, la ciudad, adormecida bajo los rayos del largo verano, da la espalda al río de lava que recorre sus avenidas, único momento en que ésta fluye avanzando calles abajo con una ligereza de la que nadie nunca ha sido testigo, porque todos los que podrían contarlo, los que estaban allí, no pudieron verlo, derretidos como estaban intentando arrancar algunos segundos de sombra a los túneles, puentes y edificios, minúsculos oasis en ese mar.
            El tiempo pasa, siempre ha sido así, y llega la tarde, el declinar del día, cuando los que estuvieron en casa osan salir, cuando los que estuvieron fuera llegan como náufragos a sus hogares, cuando la temperatura cede, se apaga el reflejo y se puede esperar el único color del día, el último rayo capaz de teñir el aire gris que rodea en forma de hongo la ciudad. Milagro de anaranjados y rojos que, como las negras y largas noches de invierno, no conseguirá disolver el atasco.
            Y alguien de nuevo no podrá llegar a casa. Obligado a sujetar el timón, sin un soplo de aire que mueva su pelo, verá la sucesión de grises pasar frente a sus ojos, abandonado a la deriva.

26 de febrero de 2011

El tiempo-espacio


            Llegó un momento en que el tiempo se paró; fue entonces cuando el espacio se puso en marcha.

25 de febrero de 2011

La vieja cámara


            Él, mirándola, recuerda los buenos ratos pasados juntos; pero ella, desde hace años convertida en elemento decorativo, sólo puede sentirse enterrada en vida.
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24 de febrero de 2011

Encantadora

Cuando miré, ella me sonreía serena.
Acabábamos de matar a su marido y ahora, con un gesto tranquilo, me indicaba que envolviese el cadáver aún caliente en la alfombra.
Lo llevamos al embarcadero y lo tiramos al agua. Juntos esperamos a que las piedras lo hundiesen lentamente  y, cuando el bulto empezaba a desdibujarse, sentí que el agua me tiraba hacia él.
La miré de nuevo. Ahí estaba otra vez su sonrisa, esta vez acompañada de un encantador gesto infantil a modo de disculpa. Sorprendiéndome hasta el final, letal y encantadora.

(microrrelato presentado a la X Edición del Concurso de Microrrelatos en Bubok y finalista)

23 de febrero de 2011

Una publicación redonda

             Hoy La Esfera Cultural ha publicado el microrrelato: “La magia del fuego” que no hace mucho algunos ya leísteis en este blog.
            Yo estoy encantada; pero no sé si a vosotros os gustará leer de nuevo lo mismo y, lo que es más difícil aún, dejar un comentario.

22 de febrero de 2011

Se acabó la ilusión

Desde que tengo turno de noche no coincidimos en casa, hace años que no nos vemos pero nunca me preocupé por nuestra relación. Nos hemos comunicado siempre: mensajes, cartas, regalos, sorpresas. Recuerdo haber seguido un rastro de papelitos por la casa y meterme en la cama solo pero feliz. Me acuerdo de nuestras peleas, de nuestras reconciliaciones y también, del modo en que ella ha luchado siempre para que no cayésemos en la rutina.
Sin embargo, desde hace un tiempo, sus notas son informativas, telegráficas, sosas, frías y lo que es peor, están escritas siempre con la misma letra.

(microrrelato presentado a Relatos en Cadena)

21 de febrero de 2011

Discos rayados

Todavía, de vez en cuando, se echaban en falta. Todavía uno de los dos, él o ella, cogía el teléfono y llamaba al otro: “¿quedamos?”.
Algunos días más tarde, acudían a la cita nerviosos como flanes y, mientras él pensaba que ella era preciosa, ella se decía que era encantador. Se sentaban entonces y comentaban los proyectos que tenían en mente, lo que esperaban de la vida, los viajes que querían hacer o la familia que querían formar. Dejaban que la emoción devorase sus palabras,  que el tiempo se parase en el brillo de sus ojos y en las caricias que dibujaban sus manos..
Después hablaban del presente, de cómo el trabajo y la rutina minaban sus deseos, del modo en que el silencio les separaba y el deseo empezaba a apaciguarse. Descubrían entonces, nadie sabía exactamente cuando, que sus manos ya no se tocaban y sus miradas habían empezado a evitarse.
Más tarde, cada uno haciéndose fuerte en un lado de la mesa que ocupaban, volvían a encontrarse para enfrentarse, para echarle en cara al otro que las promesas hechas nunca habían sido más que palabras, que cada uno de ellos por separado había luchado por su unión con más ahínco que nadie, que nunca fueron ni amigos ni amantes, que lo suyo había sido sólo una pérdida de tiempo, una mentira, una broma absurda y un engaño.
En ese momento pedían la cuenta, pagaban por separado y después salían a la calle tan solos como habían llegado, cada uno por su lado hasta el siguiente asalto.

20 de febrero de 2011

El actor

Siempre había sido un don nadie, quizás por eso se había hecho actor. Así, al menos, lograba parecer alguien durante algunas horas al día.

18 de febrero de 2011

Un gasto excesivo pero necesario

Hasta él llegó un pitido. Era la agenda electrónica haciéndole saber que había sido invitado a una nueva fiesta o baile donde había sido reclamada su encantadora presencia.
Como era su costumbre, confirmó de inmediato su asistencia. Fue sólo después de hacerlo cuando descubrió con desesperación que la nueva cita interfería con siete actos sociales más a los que se había comprometido a ir como fuera.
Durante un momento se odió, odió esas malditas e inoportunas prisas suyas, sus temores y ese miedo que tenía de que se olvidarían de él si dejaba de asistir a todos los actos posibles como había hecho siempre.
¿Qué podía hacer con la última reunión social si sus siete clones ya estaban ocupados en representarle en otros tantos e igualmente importantes eventos? ¿Es que tendría que ir él mismo, en persona?
Qué pérdida de tiempo, pensó, y qué aburrimiento. Y, antes de que la cantidad exorbitante de dinero que se iba a gastar echase por tierra la idea que le andaba rondando por la cabeza, encargó que le hiciesen tres clones más mientras  ponía como excusa que no tenía que ponerse.

17 de febrero de 2011

Exploradores

Desde la nave vieron aquel planeta azul. Dijeron: “Muy bonito”. Anotaron: “Nada.”

16 de febrero de 2011

Las momias arden bien

En cuanto los egipcios empezaron a enterrar a los faraones junto con todo tipo de ofrendas, tuvieron que pensar en los sistemas de seguridad. Así, colocaron trampas, habitáculos ocultos, cámaras falsas,… y lo hicieron tan bien que muchos de aquellos tesoros has llegado hasta nuestros días y aún hoy sirven para salvar la economía de un país.
Durante estas últimas semanas la revuelta ha llenado las calles egipcias, la muchedumbre ha logrado que el faraón actual se fuese y los viejos trucos han vuelto a funcionar: algunas personas entraron en el Museo Egipcio de El Cairo, confundieron las reproducciones de la tienda con los tesoros reales y ésta a modo de cámara falsa salvó al Museo del pillaje.
O eso nos quisieron hacer creer.
Hoy hemos leído en la prensa que el asalto al museo no fue tan desorganizado ni tan falto de criterio como parecía, sabemos que han desaparecido algunas piezas selectas e importantes; y Hawass, el responsable del museo, parece que se ha dado cuenta ahora, semanas después del asalto.
¿Quién ha caído en la trampa? ¿Quién ha utilizado el viejo truco? ¿Los están usando con nosotros? ¿Es todo mentira?

14 de febrero de 2011

La magia del fuego

El intenso calor la acosaba. Las llamas empezaban a lamer su cuerpo. Y más allá, entre el humo, aún podía ver las miradas llenas de miedo de aquellos que la habían declarado culpable de brujería, a los que atemorizaban su pelo rojo, su rebeldía y su descaro.
Eligió a una mujer que como todas era pálida, vulgar y transparente, ésa que  movía los labios como si rezase y hacía resbalar sus dedos nerviosos por un rosario desgastado.
La bruja logró que las yemas de sus dedos rozasen los amuletos que aún escondía entre la ropa, comenzó a susurrar extrañas palabras y, para cuando concluyó el conjuro, la mujer de pelo rojo era una más entre las personas del pueblo, tan vulgar y transparente como ellas aunque sus labios permaneciesen sellados y no rezasen. Tuvo  que admitir entonces que, gracias a la belleza hipnotizadora del fuego y a los gritos desgarradores de la desgraciada por la que se había cambiado, el espectáculo no defraudó a nadie.

12 de febrero de 2011

Nervios

Era su primera cita. En unos cinco minutos él iría a recogerla a casa y ella aún no estaba preparada. Sonó el timbre, corrió a abrirle la puerta con los zapatos en la mano y le hizo pasar al salón. “Dame un momento”, dijo.
Justo cuando estaba desenchufando la plancha, él entró en la cocina con una mirada extraña. Solamente entonces ella fue consciente de su aspecto: un conjunto de encaje negro, unos zapatos de tacón y una blusa a medio abrochar y pensó: “Mira por donde he perdido el tiempo planchando esta falda.”

11 de febrero de 2011

Silencio

¿La respuesta de mi marido? Ninguna.
Durante semanas le pedí que hablásemos, que me dijese qué problema había, que no olvidase que le quería; pero su silencio acabó por crisparme los nervios. Admito que comencé a elevar el tono de voz, a gritarle incluso, mientras impotente veía como él seguía sin abrir la boca.
Hoy al fin despegó los labios, salió de ellos como un gemido y esperé hasta que vi la sangre extendiéndose por su camisa. ¿Cómo podía yo imaginar que un día se me escaparía un disparo? Idiota, si hubiese hablado…, toda la culpa es suya.

10 de febrero de 2011

Dentro de ti

Un día descubrí que no podías dejas de pensar en mí. Confieso que me gustó, que me gustó y mucho; pero ya han pasado algunos meses desde entonces y me pregunto: ¿cuándo empezarás a pensar en alguna otra cosa?, ¿cuándo me dejarás salir?

8 de febrero de 2011

La letra O

            ¿Palabreamos?
            A veces me quedaba embelesada mirándola. Encontraba en su sencillez una perfección absoluta.
Me gustaba cómo su trazo si iniciaba y empezaba a girar, sin prisa pero sin pausa, persiguiéndose, enroscándose, buscándose hasta acercarse, y a veces llegar a tocar, el que había sido su inicio. No sabía cuando me gustaba más, cuando los extremos se tocaban, cuando quedaban a un suspiro de distancia o cuando se encontraban y con una alegría juguetona parecían anudarse, dibujando en la hoja de papel un bucle, un pequeño salto o un rizo.
Su piel lisa, tersa, suave, llenaba mis oídos de sugerentes susurros, de exclamaciones y de sorpresa.
En cuanto a su olor, el cual sólo llegaba hasta mí cuando sus extremos no se tocaban y acercaba anhelante mi nariz al papel, eran el germen de colonias de todo tipo, el inicio y la esencia de todas ellas.
No, no había nada comparable a ella.
Nada como pronunciarla, como sentir los labios curvándose para decirla, nada como oír el sonido exacto y redondo a través de ellos, nada como sentirla por dentro y por fuera.
Incluso estando sola podía ser mucho más que lo que era. Podía ser asombro, alegría, pena. Podía ser el menor de los números, podía ponerse a su lado y hacerles crecer hasta el infinito a todos y cada uno de ellos. Era grande o era pequeña, era ella llenándolo todo.
Sí, era todo, yo, otoño, copo, gozo, nosotros, sonrojo, sopor, voz, colchón, bochorno, mosto, dolor, flor, coro, oro, rostro, lobo, loco, botón, goloso, soso, rock, pronto, Logroño, London, polvo, tos, cóndor, fondo,…
Ella es la primera letra que trazó mi mano, la primera que pronuncié y me llenó por dentro: la simplemente perfecta letra O, mi preferida.

7 de febrero de 2011

Palabrear


Disfrutar y jugar con las letras y con las palabras, de su sonido, de la huella que dejan en el papel, de sus curvas. Apreciarlas desde los sentidos.
La palabra se puede encontrar en el diccionario de la RAE, si bien sólo se usa en Sudamérica. Por este motivo y para que deje de estar huérfana en España, se la da un significado aqui y ahora. Si bien, desde este blog y en contra de las definiciones que nos facilita la RAE, se promueve un uso gozoso de la palabra “palabrear”, físico, erótico, festivo, se reclama con esta nueva palabra el derecho de todas ellas a ser apreciadas también desde este punto de vista. 
Ejemplo: “Anoche estuvimos palabreando y escogimos “arambol” como una de las palabras más bellas”. (convocatoria hecha por la Escuela de Escritores)

(quizás quieras participar en todo esto, mira cómo)

5 de febrero de 2011

El espectáculo tiene que continuar


            Tras siete años trabajando como pareja artística: él como lanzador de cuchillos y ella siempre inmóvil con una sonrisa, empezaron a surgir los problemas y las preguntas: “¿Seré capaz de errar hoy?” “¿Será esta noche mi último día?”
            Hasta ayer la función se desarrolló como todas: tensión y silencio, golpes y gritos, aplausos y fin. Hasta ayer. Hoy simplemente es otro día.

4 de febrero de 2011

Cosas buenas


Hoy La Esfera Cultural ha publicado mi relato “Otra vez”. Lo cierto es que me animé a mandarlo después de leer los comentarios que hicisteis cuando lo publiqué aquí. De modo que… os doy las gracias, a la Esfera y a vosotros.
¿Queréis más? Sin problema.
Como quizás ya sabéis, de vez en cuando, en Químicamente impuro y en Breves no tan breves se publica uno de mis micros, algo que siempre es una sorpresa, una sorpresa increíblemente agradable; pero no sólo eso, ahora ya como muchos de vosotros, publico en El Microrrelatista.  Sergio y Torcuato me han hecho un hueco en sus páginas, y yo sólo puedo agradecérselo y hacerles un hueco en este blog, un blog muy pequeño que aún no tiene ni tres meses.
¿Lo veis? Os lo dije en el título: “Cosas buenas”.
Solamente y nada más que eso.

Suicidios inútiles


La bala, en la sien.
Sangre, en las muñecas.
Un bote de pastillas, vacío, sobre la mesa.
Mientras, constataba con horror, que el dolor que le causaba la vida no remitía.

(microrrelato presentado a Relatos en Cadena)

3 de febrero de 2011

Impotencia


Mirando la ballena, la sirenita recordó todo aquello que no tenía.
Y sólo el cetáceo, salpicándola, pudo poner en su rostro lágrimas saladas de espuma.

(microrrelato presentado al Concurso de Minificciones, mes de enero)

1 de febrero de 2011

El sofá

Cuando entró en la casa, sus ojos se posaron en él. Durante meses había sido el primer sitio al que miraba  intentando saber como estaba su mujer antes incluso de que ella lo descubriera en la puerta, mirándola, y lo mintiese.
Ahora que ella no estaba, no sabía si odiar aquel mueble o agradecerle los servicios prestados. Por su culpa su mujer había abandonado la cama dejándolo solo; pero, gracias a él, aún estando gravemente enferma, ella había seguido estando en el centro de la casa y de la vida.
Ahora estaban solos, frente a frente, aquel mueble y él. El sofá con el olor de su mujer y la forma de su cuerpo aún impresa; él, lleno de imborrables recuerdos.
Se sentó y tuvo que darle la razón a ella. Sí, el dolor se apaciguaba cuando uno se sentaba en aquel mueble.

(microrrelato presentado al II Certamen de relatos Historias de mis Muebles)