11 de febrero de 2019

Una vida por cambiar

Sentado en el comedor de la residencia de ancianos, esperando a que la sopa se enfríe, descubrió algunas mesas más allá, seguramente recién llegada, a la mujer alrededor de la cual haría girar el resto de su vida.
Supo que era ella porque su mirada era como la de su mujer, cansada, triste, rendida y apagada.
La vida le daba la oportunidad, y no podía desaprovecharla, de iluminar aquellos ojos, enmendando así el pasado estéril y doloroso del que era tan responsable.

3 comentarios:

  1. Para tu protagonista ha llegado el momento de creer que nunca es tarde. Cuánta dice tu micro Luisa, de la vida de tres personas!!
    Besicos muchos.

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  2. Nunca es tarde oara canbiar, una nueva oportunidad es una nueva ocasión de hacerlo mejor, y nunca es tarde.
    Gracias

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  3. Esta historia que tú relatas a la perfección, sucede cada día, porque la vida no termina hasta con el último de los latidos.
    SAludos.

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