El silencio de los corderos
No tenía nada en contra de los judíos. Lo único que en
realidad le exasperaba era ese silencio que no rompían nunca, pasase lo que
pasase e hiciese lo que se les hiciese. Por esa razón había adquirido la muy
curiosa costumbre de poner música clásica a todo volumen durante las sesiones
de tortura.
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