Su padre era un
tal José Luis, acababa de decir el desconocido en el bar del pueblo, alto y
claro. Curiosamente y con ese nombre tan normal aquí no hay casi nadie; es por
eso que me llaman el hijo de la Pija, porque mi madre se quiso hacer la
interesante y se empeñó en ponerme ese nombre compuesto tan común y, a la vez,
tan extraño.
Miro de reojo al muchacho, por la edad
que aparenta bien podría ser lo que dice ser, pero callo. Frente a mí Exuperio,
mi pareja de mus, me guiña un ojo y sé que no tiene nada que ver con el extraño
que ya se marcha, ese hombre que ahora todos sabemos que es mi hijo pero que
casi hemos olvidado.
Qué buen final, Luisa!!
ResponderEliminarBesicos muchos.