Durante años y desde aquella noche que huyó de la casa de sus padres, se había prohibido echar atrás la mirada. Y hoy, en el andén, esperando el tren que le llevaría a casa para asistir al entierro del abusador y dudando aun de que ese regreso fuese lo adecuado, sin pedirle permiso, su cuerpo empezó a revivir el pasado, se hizo pequeño y cubrió de morados, manchó como antaño sus pantalones de sangre y comenzó a llorar, como lo había hecho siendo niña cuando su madre, tras escucharla en silencio, le dio la espalda.
(microrrelato escrito para la primera ronda del
concurso CUNCA ARZÚA, convocado en Esta noche
te cuento) (con este micro pasé a la segunda ronda, por los pelos)
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