Si
repaso las muescas que he hecho en la parte de atrás de la segunda puerta de
los servicios que hay junto al fondo de la terminal, calculo que llevo unos
dieciséis años esperándola. Aquel día solo alcancé a oír unos pasos rápidos,
como de una carrera; un instante después nuestras cosas caían por los suelos y
mis ojos en los suyos y en su boca. Aquel día ella no perdió su avión y yo hice
mi primera muesca; la señora de la limpieza cree que empecé a hacerlas cuando perdí
la documentación y me negaron la entrada en el Reino Unido, yo la he dejado que
crea lo que quiera.
(microrrelato escrito
para una propuesta de Esta noche te cuento, esta)
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