24 de septiembre de 2025

Una vez al año

Llegaron los paquetes con disfraces para la convención de anime: antifaces, botas de tacón y trajes de peluche. La rutina se desvaneció y el departamento de marketing reunido en la sala de juntas se sumergió en una amalgama de piel y látex sin distinción entre jefes y empleados, mezclando personajes e historias de manga, fluidos y caricias, diálogos aprendidos de memoria, curiosas propuestas o gemidos llegado el caso. Siempre ocurría así, y cuando regresaban a sus puestos, con la peluca despeinada y el maquillaje borrado, sonreían exultantes por ese deseo que les unía y por disfrutar: ser un dibujo animado con caprichos adultos.
 
(texto para esta propuesta de ENTC, escrito a medias con Belén Sáenz; juntas éramos Las Canículas)

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