El divorcio había sido civilizado; un trabajo fácil en el que, como abogado, poco o muy poco tenía que hacer: dar a firmar algunos papeles y tramitarlos sin demora. Sin embargo, en el último momento, me quedó mal sabor de boca. Cuando ellos ya se iban cada uno por un lado, fui testigo accidental de la dolorosa y quirúrgica separación de sus sombras.
(seleccionado
en el IV concurso de microrrelatos ACEN)
Tantas veces, la realidad, queda a la sombra.
ResponderEliminarFelicidades Luisa
Muy sugerente. Enhorabuena por la selección.
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