14 de noviembre de 2016

Un duro entrenamiento

           Apenas comía. Era pálido, casi transparente. Sus labios y sus ojos se confundían con el color de su piel. Vestía colores apagados y grises. Apenas hablaba y prefería los susurros. Observaba todo fijamente. Parecía no querer estar allí. Nada más alejarse de él se le olvidaba, pero ante su presencia todos se sentían incómodos. En ocasiones parecía que algo le atormentase, otras parecía asumir su condición de ser extraño con una sonrisa terrible. Sus manos estaban heladas. Desconocía el llanto y la risa. A veces parecía cojear o llevar una pesada carga; otras daba la impresión de flotar, como si un único soplo de aire pudiese llevarle lejos. Era, sin embargo, fuerte.
            No podemos confirmar si alguna vez estuvo vivo, sólo sabemos que lleva años viviendo como un fantasma. O eso parece.

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