12 de abril de 2017

Reclamo, amenaza

El tiempo pasaba. Los días le pesaban siempre un poco más. Y cada vez que una de sus amigas le decía aquello de “estás mejor sola que mal acompañada”, ella se mordía las ganas de ser madre y el miedo de que se le hiciese demasiado tarde.
Mil veces había intentado encontrar una razón lógica que explicase por qué, tras algunas citas, los hombres invariablemente la huían. Nunca consiguió averiguar que el problema estaba en su propia casa, en aquel piso de soltera en el que una habitación para niños equipada hasta el último detalle, lejos de ser un reclamo, era una amenaza.

3 comentarios:

  1. Tú lo has dicho Luisa. No hay mejor relato para esta semana.
    Besicos muchos.

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  2. Muy comprensible el miedo de la protagonista a que pase su tiempo y no pueda cumplir ese sueño. También lo es el hecho de que no todos los hombres están preparados para ser padre de entrada, no es una decisión para tomar a la ligera, menos aún con alguien a quien acaban de conocer. De ahí que, más "amenaza" inconsciente que "reclamo".
    Un abrazo, Luisa

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  3. Toda amenaza, es un reclamo inversamente proporcional. Saludos desde Guadalajara de Buga, Colombia.

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