26 de noviembre de 2018

Ladrones de cuerpos


La invasión del planeta había sido tal y como se había previsto que fuese. Miles de alienígenas se introdujeron en miles de cuerpos humanos y desde ellos iniciaron una conquista discreta y constante, sin bajas en sus filas ni derramamientos de sangre, tomando como envases a sus enemigos, así de simple.
Sin embargo alguien se equivocó, no vio ni el peligro ni el riesgo.
Meses más tarde los alienígenas seguían viviendo dentro de aquellos cuerpos, fundidos en ellos, pero habían perdido incomprensiblemente todo afán de conquista.
Los extraños se habían transformado en espectadores devotos y asistían fascinados al espectáculo sin fin de una variedad de sentimientos que no habían previsto, que atravesaba todos los días a aquellos bípedos por dentro y que a ellos los dejaban maravillados y con la boca abierta.
Presos de la emoción, ahítos de lágrimas y de risas, dejándose llevar del amor al odio, pasando por la alegría o el rencor, permanentemente sorprendidos, los extraterrestres se descubrieron incapaces de renunciar a esa estimulante droga que es la vida, esa que tú vives ahora.

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